Sueño y realidad
La mirada de Rosa se dirigÃa de izquierda a derecha, sin decidirse por el lugar en que fijarse. Dos caminos se abrÃan a cada lado y uno de ellos parecÃa oscuro y misterioso, mientras que en el otro todo era luz. Se decantó por el primero, el segundo le hizo pensar en la muerte, en eso que dicen los que regresan de ella de que se ve un túnel iluminado. Quita, quita. La oscuridad parecÃa más prometedora.
Empezó a caminar retirando a su paso ramas y matorrales que amenazaban con rasgar su piel y dejarla allà enganchada. Su único objetivo era seguir adelante. Y asà lo hizo. Perdió la noción del tiempo hasta que un cuervo ruidoso la llamó a gritos. Sus graznidos eran ensordecedores, realmente molestos, y Rosa levantó la vista hacia el ave con gesto amenazador. Solo hay sitio para uno de los dos en este bosque negro. El cuervo puso punto en pico y levantó el vuelo hasta desaparecer. Rosa anduvo y anduvo sin rumbo y sin sendero sobre el que pisar, era ella misma la que iba abriéndose camino por puro instinto. De pronto, una especie de paraÃso se abrió ante sus ojos. Cascadas, cielo abierto, flores de colores y aves tropicales por todas partes. Aquello respiraba naturaleza y belleza en estado puro. Sin pensárselo dos veces se acercó hasta el pequeño lago sobre el que caÃa el salto de agua, se quitó la ropa y se dio el baño de su vida. La temperatura era perfecta, ligeramente cálida, y después de nadar un buen rato dejó que el torrente de agua cayera sobre su cabeza y su cuerpo. El bienestar fue aún mayor, como si le estuvieran dando un masaje integral, como si se purificara entera, de arriba abajo.
Salió de allà desnuda y renovada, nunca se habÃa sentido mejor. Se tumbó al sol y notó cómo el astro se iba encargando de secar, poco a poco, la gotas que relucÃan sobre su piel. ¿HabrÃa algún placer mayor que ese?
SonreÃa cuando el despertador empezó a sonar enloquecido para indicarle que ya eran las 7 de la mañana. Abrió los ojos y decidió que su sueño no quedarÃa en eso, sino que se harÃa realidad, le darÃa algún significado. Se dio una ducha y se recreó en ella más de lo estrictamente necesario; desayunó tomándose también su tiempo y salió de casa dispuesta a hacer lo que no se habÃa atrevido hasta ahora. Al llegar al trabajo la recepcionista la felicitó por su buena cara (¡hoy estás espléndida!). Le devolvió el cumplido, entró en el ascensor y subió a la séptima planta, la zona noble de la empresa. No habÃa estado nunca allÃ, pero de algún modo supo dónde tenÃa que dirigirse. Al final del pasillo habÃa una impresionante puerta de madera maciza. A su izquierda, la secretaria del director general la miró sorprendida. ¿Qué hacÃa ella allÃ? Rosa le sonrió y sin darle tiempo a reaccionar llamó a la puerta y entró.
La charla con el jefe máximo fue breve. Dijo lo que tenÃa que decir y se fue. HabÃa tomado el camino a priori más difÃcil, todos pensarÃan que habÃa cavado su propia tumba, que no habrÃa futuro para ella. Y quizá era asÃ, posiblemente se habÃa arriesgado demasiado y habÃa perdido. Sin embargo, al salir de nuevo a la calle todo parecÃa más bonito a su alrededor. El aire era más respirable y olÃa a jaras y a lilas. Incluso era probable que se estuviera acercando ya, antes de tiempo, la primavera.
Foto: Amy Treasure
Etiquetas: Coque Malla, cuentos, decisiones, fotografÃa, historias, Kase O, primavera, relatos, sueño y realidad, sueños, Un lazo rojo un agujero
2 Comentarios
1. carmencita | 11 febrero 2020 - 23:14
Qué historia tan bella, qué bien escribes. Me has trasportado a un sitio más bonito…mejor.
Gracias!!
2. Sandra Sánchez | 13 febrero 2020 - 13:06
Oh, qué ilusión me hace, ¡muchas gracias a ti! : ))
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